martes, 3 de septiembre de 2024

El disco de vinilo hoy: ¿vivo o muerto?

 Tomado de cubadebate.cu



Hace poco desempolvaba mi pequeña colección de discos de vinilo mientras volvía el recuerdo de melodías que acompañaron mi niñez. Un día dejaron de sonar en casa, con la llegada de los casetes, las memorias flash, los discos compactos, los archivos digitales en discos duros y las plataformas de streaming. Finalmente, quedaron en un limbo decorativo cuando el tocadiscos fue víctima de la obsolescencia tecnológica ante la imposibilidad de sustituir las desgastadas agujas. Me pregunté entonces: ¿qué hacer con estos discos?

Asombra ver cómo se conservan. “La resistencia de los discos de vinilo no tiene comparación. Puedes reproducir un disco de un centenar de años y apreciarlo.” Así afirmaba en una entrevista, Mario García Hudson, investigador panameño, historiador musical y un profundo conocedor de la discografía cubana. “El vinilo ha vuelto, y mientras rinda los beneficios correspondientes va a permanecer.” (García Hudson, 2024).

García Hudson, exponía varias ideas, entorno a la permanencia del soporte de larga duración: “el tema de los discos ha vuelto a ser visto como un gran negocio”. Sin embargo, apuntaba: “el formato digital ha mejorado sustancialmente su calidad. Además, su capacidad de almacenamiento es superior al disco de vinilo. Si tienes un buen equipo de reproducción resulta difícil diferenciar entre lo digital y lo analógico. En lo personal disfruto la música de calidad, y en la actualidad hay discos compactos impecables en reproducción sonora. No obstante, no descartaría mi colección de vinilos, porque solo una ínfima parte de la música ha sido recuperada en los nuevos formatos digitales.”

 Sus comentarios y las promociones de discos de acetato en varios sitios de internet me llevaron a indagar sobre el estado de la industria en torno a la producción de estos fonogramas. Algunos de los datos encontrados fueron reveladores.

Aunque el consumo de la música mediante plataformas de streaming es la modalidad dominante en la industria de la música actual, esta coexiste junto a las que utilizan formatos físicos como el disco compacto, el casete y el acetato. Este último demuestra la resiliencia de un soporte que ha sabido no solo sostenerse en el tiempo, sino lograr un ascenso en la industria musical actual.

Según el Reporte 2024 realizado por el Cognitive Market Research, para el año 2030 se estima que el tamaño de esta industria alcance la cifra de 2.2 billones de dólares, teniendo un crecimiento de un 8.36% del 2024 al 2030 (Mali, 2024). Por su parte Imarc Impactful Insights, pronostica un incremento de ventas para el período 2024-2032 equivalente a 3.4 billones de dólares, un ascenso significativo en comparación con los 1.8 billones de dólares alcanzados en 2023. De acuerdo al estudio, en la región de Asia-Pacífico se encuentra el mercado más grande de discos de acetato (s/a, Vinyl record market report 2024-2032, 2023).

 Las ediciones de acetato, realizadas para la presentación de nuevas producciones, reediciones de álbumes pre-existentes o para el lanzamiento de sencillos que promueven temas específicos, se producen en escala limitada. Buscan convertirse en obras de colección para un público concreto, pues la mayoría del mercado no consume música en este formato. Se añade el factor económico, pues si bien los discos de vinilo han logrado mejorar su calidad y capacidad de almacenamiento con una disminución en sus costos de producción, estos aún no son bajos. Atenta también contra la masividad del consumo de este recurso, la necesidad de contar con su propio equipo para la reproducción del sonido, una alternativa que no es prioritaria para la mayoría, tanto por sus prestaciones como por sus precios. Por tanto, los discos de acetato van dirigidos a nichos de consumidores muy específicos, aprovechando la brecha que dejan dos factores fundamentales: la sobresaturación del mercado por los contenidos musicales digitales y el interés por el rescate y gusto de la cultura retro (vintage), una tendencia estrechamente conectada a la apelación por la nostalgia del pasado (s/a, Spinning Forward: Navigating the Vinyl Record Market in 2024 – A Collector's Insight, 2023).

 

Lo anterior confirma cómo el factor emocional ha sido un elemento esencial para el estímulo del consumo de los discos de vinilo. Además de las memorias que evoca, este soporte físico expone al consumidor a otro nivel de experiencia sensorial que, al incorporar aspectos sonoros, visuales, táctiles distintos a los del mundo digital, desencadenan un disfrute estético-musical mucho más personal e íntimo y, sobre todo, diferente.

Resulta llamativo que para los artistas independientes los costos de producción de los discos de vinilo son muy altos, por lo que la mayoría no cuenta (unido a los factores antes mencionados) con ediciones de sus fonogramas en dicho soporte (DI++O, 2024). Cada unidad vendida en promedio reporta mayores ingresos, por ejemplo, que miles de reproducciones en las plataformas digitales de streaming (SOS, 2024).

 

De lo que se trata, expone David Nash, Jefe del Departamento Digital de Universal Music, es de encontrar una brecha de oportunidad en medio del ecosistema de formatos existentes y entre las personas devotas a los discos de vinilo, mediante un soporte que crea una profunda experiencia conectiva en el consumidor (IFPI, 2024: 41).

En un mundo dominado por las tecnologías digitales, los discos de vinilo, parecieran ser artefactos de tiempos ya pasados. Sin embargo, no deja de asombrar la supervivencia y la buena salud, en medio de la avalancha digital que nos circunda, de un soporte que antaño hizo las delicias sonoras de varias generaciones.

Volví a mi colección consciente de las sensaciones que me generaba. Entonces supe qué hacer con ella. Conservarla, como ha hecho García Hudson. Los discos están vivos. Esperan el regreso. Un día volveré a disfrutar del momento mágico en que las agujas sembradas en el surco de un vinilo hagan florecer la música y evocar los recuerdos que no puedo encontrar ya en otro lugar.

 


 

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